En los últimos meses la lectura de los diarios nacionales me
resulta cada vez más dolorosa. Habitualmente la parte del día en la que, como
cualquier otro emigrante que añora su país de origen, me siento a leer la
prensa escrita vía internet, suele ser bastante amena e interesante, donde me
mantengo al día, alegrándome o entristeciéndome por lo ahí leído. Pero en estos
últimos meses de esta crisis política e institucional he cambiado. No podría
explicar cuál es el sentimiento exacto, pero he pasado de ser un emigrante
orgulloso de mi país de origen a sentir algo parecido a vergüenza ajena. He
pasado de la sensación de ir con la cabeza bien alta al decir “soy español”, al
agacharla cuando lo digo y empiezo a pensar lo que hay por allí. Como leí hace
poco en un diario de tirada nacional, España se ha convertido en un país de
mediocres, “que ha permitido, fomentado y
celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle
dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la
mediocridad”. Supongo que al
escribir esto muchas personas pensarán que soy un antipatriótico, etc.. Pero
este es el sentimiento que tengo desde hace unos meses, y que se va
incrementando cada día un poco más. Sin entrar a discutir cosas que quedan muy
alejadas de mi campo de conocimiento, como la prima de riesgo o los productos
complejos, hablaré de algo que conozco más o menos, de la mediocridad del
sistema deportivo y educativo español. Y ¿porqué? se preguntarán muchos; pues
porque es el sector en el que me ha tocado vivir y trabajar, y el rumbo que
está tomando es catastrófico. Algunos se preguntarán, ¿y qué importa el deporte
cuando estamos ante una crisis económica y social tan profunda?. Quizás tengan
razón, y no importe nada. Para mí el concepto de deporte es sinónimo de salud,
o de valores como el esfuerzo individual, características que creo que son
importantes para nuestra sociedad. De todas formas, simplemente me gustaría
hacer alguna reflexión al respecto.
Una vez acabados los Juegos Olímpicos de Londres llega el
tiempo de las reacciones institucionales. Unos echan “balones fuera”, otros
simplemente no hablan, y los hay que hablan del buen resultado de nuestro país,
dada la crisis que sufrimos y que la inversión en deporte es muy inferior a la
de otros países europeos, como Reino Unido, Francia o Alemania. Es más, a
alguno se le “llena” la boca cuando habla de la excelencia de nuestras
deportistas y el papel tan extraordinario que han hecho en los JJOO (Vamos, en
otras palabras, que les “han salvado el culo” de una vergüenza nacional). Pero
a Domingo día 19 de Agosto de 2012 la cruda realidad vuelve a nuestras vidas, y
es que el único deporte que existe en España es el fútbol. Queda ya lejano el
recuerdo de unas mujeres brillantes y luchadoras, como Maider Unda o Maialen
Chourraut entre muchas otras, que aún practicando deportes minoritarios
salvaron a España de un ridículo monumental. Lo único que importa ahora es la
goleada del Barcelona, o el calor que hacía en Madrid y lo “mal” que lo pasaron
los jugadores.
Como brillantemente
escribió Emilio Sánchez-Vicario hace pocos días en su blog (
http://emiliosanchezvicario.wordpress.com):
“Y esa realidad tan dura viene de que
nuestra cultura no es deporte, nuestra educación no incluye el deporte, y
nuestra sociedad no es deportista”.
¿Cómo podemos conseguir que un/a niño/a practique deporte y
pueda llegar a ser deportista profesional, e incluso conseguir una medalla
olímpica?. Sin entrar en más detalles, el proceso que va desde la práctica de
actividad físico-deportiva con las clases de Educación Física, pasando por la
iniciación deportiva, y terminando por la etapa de alto rendimiento deportivo
que puede concluir con la consecución o no de títulos como las medallas
olímpicas, es un proceso extremadamente complejo. Este proceso se va a ver
afectado por muchos factores, entre los que según mi humilde opinión destaca la
Educación. Está claro, al menos para mi, que el sistema educativo debería
promover la práctica de actividad física simplemente por el hecho de que hay
estudios que han demostrado que el ejercicio físico sistemático mejora la salud
psíquica y física, y al mismo tiempo contribuye de modo positivo al proceso de
aprendizaje. Además, la Educación Física puede contribuir notablemente a la
lucha contra las tendencias negativas en materia de salud, luchando contra los
estilos de vida sedentarios y la obesidad. Simplemente, la Educación Física implica
calidad de vida, felicidad, autoestima y sencillamente te hacer vivir más y
mejor. Pero la mediocre realidad que hay en España es que es el único país de
Europa donde la Educación Física no está incorporada al currículo de 2º de
bachillerato. La mediocre realidad es que los países con mejores resultados
académicos según el informe PISA, dedican más porcentaje de tiempo escolar a la
Educación Física. España 8% en primaria y 6,6 % en secundaria (7,3 de media),
frente al 11,8 en Francia, 8,9 en Alemania u 8,1 en Finlandia. La mediocre
realidad es que la mitad de los estudiantes de secundaria españoles solo hacen
actividad física en las clases de Educación Física (y se pretende reducir,
porque es una asignatura “María”). Pero no todo son malas noticias, ya que,
¡tachán!, ¡España es líder en algo!. Y es que recientemente hemos “descubierto”
que España es el país de Europa con mayor tasa de obesidad, que afecta a uno de
cada cuatro adultos y a uno de cada tres niños. Además, el 60% de los españoles
sufren sobrepeso. ¡Y no se queda ahí!, porque España es líder europeo en
obesidad en adultos aproximándose a Estados Unidos, mientras que en la infantil
España tiene la mayor tasa de obesidad del mundo, igualando o superando a los
americanos. Ahora podríamos decir eso de: “soy Español: a qué quieres que te
gane?”. A fecha de 2011, en España las enfermedades derivadas del sedentarismo
supusieron el 8% del gasto sanitario. Según varios estudios publicados en la
prestigiosa revista The Lancet, el
sedentarismo causa en el mundo al año tantas muertes como el fumar. Esto
representa aproximadamente una décima parte de las muertes por enfermedades
cardiovasculares, diabetes o cáncer. A día de hoy se sabe que prácticamente no
hay tipo de enfermedad que no mejore en personas que hacen ejercicio con
regularidad (las que tienen que ver con el sistema circulatorio, metabólico,
pero también las mentales o incluso las que en apariencia no tienen nada que
ver, como los tumores). Ante este panorama aún hay personas que piensan que si se
les quita una hora de otras materias a los niños, éstos van a ser menos
competitivos en el futuro.
La relación Educación-Deporte no termina en la Educación
obligatoria, sino que se extiende a lo largo de toda la vida universitaria, o
más bien, debería hacerlo. El caso de España, como no, es bastante peculiar en
este sentido. Nos encontramos con un modelo que no solo no facilita que un
deportista de alto nivel pueda combinar su actividad deportiva con los
estudios, sino que en la mayor parte de los casos se penaliza. No será la
primera vez que se escuche en los “corrillos” de profesores frases del tipo:
“mira a este, piensa que va a ser olímpico”, o “pretende que le cambie un
examen porque va a jugar al bádminton a 300 km de aquí, ¡menuda cara!”. Y esta
es la triste y mediocre realidad. El que quiere compaginar la competición
deportiva con los estudios tiene dos opciones: o irse a otros países como
Estados Unidos, donde se puede estudiar y entrenar en sus universidades gracias
a becas deportivas, o quedarse en España e intentar “lidiar” como buenamente se
pueda con profesores, horarios, etc.., proceso que llega a ser agotador, y que
en muchos de los casos acaba con la carrera deportiva de los estudiantes.
Aunque está claro que se podría discutir mucho
sobre el modelo universitario americano, a modo de ejemplo, en los últimos JJOO
se han contabilizado 282 medallas de deportistas que han pasado por el deporte
universitario americano (de 79 universidades diferentes), 136 de ellas medallas
de oro. Es bastante interesante ver que por ejemplo dos
universidades, University of Southern California y University of Florida,
estarían por delante en el medallero de países como España o Brasil (
http://www.nerdwallet.com/blog/education/olympics-medals-universities-vs-countries/#.UDEtE00aNIE).
Quizás esto no tenga mucha importancia, pero
es un ejemplo claro de que algo no funciona en España. Después de muchas
legislaturas y cambios en el sistema educativo español, seguimos en el mismo
punto. Analizando la lista de las mejores universidades del mundo no hay
ninguna española entre las 200 primeras. Si nos adentramos un poco más y
analizamos la calidad por especialidad, en este caso centrándonos en las
Facultades de Ciencias del Deporte, no vamos a encontrar ninguna dentro de las
500 primeras. Podríamos decir sin ninguna duda que nos encontramos en el “top
manta” de la clasificación.
A qué
podemos achacar esta situación? Acaso la educación recibida no es buena? Acaso
no salen buenos profesionales de las facultades?. Por supuesto que es buena, y
por supuesto que salen buenos profesionales. ¿Pero cómo mejorar un sistema (en
este caso el universitario), cuando nos encontramos ante uno de los problemas
más arraigados en la Universidad española y que es el bajo nivel de competencia
existente entre sus centros y profesorados?. Apenas hay incentivos que permitan
distinguir de forma sistemática entre prestigiosos y mediocres investigadores y
docentes, y se sigue estando en un mundo donde se “promocionan” a los amigos o
becarios de turno, sin importar la calidad de sus currículos.
Ante un concurso de acceso como personal
docente e investigador la respuesta es sencilla, se manejan los criterios y
baremos de selección para favorecer al más mediocre. Resulta lamentable que la
institución que forma a los universitarios sea incapaz de trabajar con el mejor
capital humano disponible por razones que no logro comprender. Parafraseando
esa brillante editorial anteriormente mencionada:
“Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la
creatividad es marginada –cuando no robada impunemente- y la independencia
sancionada”.
Ante este panorama siempre nos quedará rezar para que sigan apareciendo
atletas como Rafael Nadal, Pau Gasol, Mireia Belmonte, Laura Ester, Maider Unda
o Maialen Chourraut, entre otras/os, que nos hagan olvidar la realidad ante la
que nos encontramos, y que justifiquen a esos políticos y dirigentes “de
palillo entre los dientes”. Cuando éstas/os no estén, supongo que despertaremos
del “dulce” sueño. Es curioso observar cómo dirigentes deportivos de este país
se intentan justificar en los medios de sus políticas/fracaso hablando de reflexionar
sobre “trabajo planificado” u “objetivos marcados”, cuando en sus respectivas
federaciones no han tenido un director deportivo en los últimos tres años. Y yo
me pregunto: ¿quién ha sido el responsable de la planificación deportiva de esa
federación?.
Como última reflexión, y en relación a la práctica deportiva
en España, destacar la última reforma del IVA. Subida de un 161% para el
deporte, incluyendo a gimnasios, clubes, torneos deportivos, etc... Si a esto le
sumamos la ya de por sí pobre práctica deportiva, el resultado será catastrófico.
No sólo la práctica deportiva general se verá reducida sino que habrá menos gimnasios,
menos eventos y les tocará a los más débiles (pequeños negocios y clubes) pagar
el “pato”, o sea desaparecer. Al final la competición se reducirá, y con ella
el nivel deportivo, y el recuerdo de los “Nadales y Gasoles” será sólo eso, un
recuerdo. Ante esta situación de mediocridad que muchos no queremos compartir,
los estamentos y responsables políticos y deportivos nos dejan claro las tres
salidas a tomar: por tierra, por mar o por aire.
Jaime Fernandez
Fernandez
Doctor en Ciencias de
la Actividad Física y el Deporte
Profesor Asistente e
Investigador en la Universidad Ruhr-Bochum (Alemania)